La concepción del proyecto
se inspira de la búsqueda del legado esencial. El símbolo de las raíces y los
aportes de los peruanos de raza negra. Su alegría, sus fiestas, sus comidas,
sus danzas. Esa inmensa simpatía que generan e inspiran. Los sonidos de una
cajita, de una quijada de burro y de un cajón. El uso de elementos sencillos y
asequibles, capaces de generar armonía e intensidad.
El cajón, patrimonio
cultural, esencia y trascendencia de la tradición negra y peruana, se define
como elemento generador y organizador. El sonido del cajón en el algodonal. El
artificio y la naturaleza. El contraste integrador. El concepto del cajón estructura
la relación entre arquitectura y el medio, entre el programa y el
planteamiento, entre el objeto y la idea.
El proyecto del Museo del Perú Negro parte del volumen del cajón como
elemento central conector, neutralizador y de transición, que evoca la
confluencia de dos vertientes que se integran en una misma nacionalidad.
Resuelve entonces la intersección entre dos prismas alargados y dinámicos,
completando una volumetría que contrasta con el algodonal de El Carmen. El
volumen de la izquierda alberga el integro de las áreas de exposición, mientras
que el de la derecha contiene el resto de las funciones de uso público, interno
y de servicio, elaboradas con una propuesta espacial de gran riqueza. El
tratamiento exterior refuerza el concepto del cajón otorgando al volumen
central una apariencia austera, mientras que los volúmenes laterales están
cerrados por una fachada traslúcida, horadadas por vanos transparentes que
reflejan un ordenamiento propio, a manera de código, como si se tratase de una
clave por descifrar.